Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Nos explayamos hablando de Josserand, de Arturo Valencia, los hermanos Mazeaud y Bobbio para no irnos demasiado lejos hasta Cicerón o Ulpiano con algunos estudiantes de derecho. Se me salió entonces la inevitable referencia a la corrupción de la Corte Constitucional de Colombia en la que su Presidente se colude con un expresidente de la misma y sus magistrados actuales se graban conversaciones y negocian fallos. La de la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General de la Nación politizadas al máximo igual que el Consejo de Estado y el moribundo Consejo Superior de la Judicatura. "La corrupción no es tan mala, replicó un joven interlocutor, sino que depende de qué lado esté uno". Con razón que el alma pena, le contesté. Todavía estoy atónito. O demasiado viejo para entender.
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