Desafectos

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Hay que disfrutar a quienes van llegando a la familia mientras crecen. E intentar ser amigo de ellos cuando lo permitan. El plazo es corto. Crecerán, cambiarán,  y empezarán a juzgarlo a uno por si mismos o por lo que escuchan. Su entorno les gustará o no. De pronto una respuesta agria, un gesto, una palabra, o la forma de saludar mostrará claramente que no quieren estar cerca aunque estén obligados a hacerlo por momentos. Sembrada la semilla del desafecto esta solo tiene la opción de germinar y de crecer.
La vida dará un suave giro que no será jamás uno de regreso. Habremos envejecido para entonces y miraremos con esa complacencia estúpida de quien se siente orgulloso sin saber por qué. El tiempo humano que se medía en generaciones, se mide hoy en meses.
Cuando mi padre murió me lamenté de no haberle permitido estar más cerca. Él, para mi, vivía en un mundo ajeno. No lo era tanto: cada vez me le parezco más y este mundo se parece más al suyo: extraño, aparte.

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