Este mundo hipercomunicado hace sospechosa la originalidad. Todo ha sido dicho antes, o pudo ser dicho. Cada frase es comprobable en la red. Las palabras -que no son tantas pues dicen que usamos 300 de las 283.000 del idioma castellano, un escritor usa 3.000, Cervantes usó 8.000- están ahi para ser combinadas y todos lo hacen. ¡Plagio! gritan de los lados a lo que bien pueden se coincidencias. El mutismo también sería la forma más dramática de ello.
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