Ayer mi sobrina más pequeña, que no tiene aún dos años participó con sus chispeantes ojos azules, su sonrisa franca y sus manos extendidas en su primer abrazo colectivo de familia. Amar no es necesariamente algo innato; la capacidad de hacerlo y cultivarlo es aprendida. Enseñamos a querer a lo largo y a lo ancho. También ocurre que no se enseña, o no se aprende, o nada.
§
No hay comentarios.:
Publicar un comentario