Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
En
el ecohab hay un espejo que refleja la naturaleza. Los pájaros confundidos
vuelan hacia el y desconcertados insisten hasta el cansancio. De cierta manera
así es la vida.
*
Llueve
largamente desde las cuatro de la mañana. Se juntan el rumor de la lluvia en
los árboles y en los tejados y el del rio y los truenos forman uno continuo que
no para por horas. Los relámpagos iluminan la montaña como si fuera el
amanecer. Me levanto a observar. La habitación no tiene puertas ni ventanas. La
cama está protegida por un mosquitero. Es hermoso. No hay aprehensión de
ninguna clase.
*
La
vejez recién descubierta.
¿Aparecerá también el desespero?
¿Qué tan pronto?
*
Encontrarse a la vuelta de una esquina, al pasar por una vidriera con la imagen
de algo ya deteriorado. Rehuirla. No mirar atrás porque ¿para qué? Y no mirar
adelante porque ¿para qué?
*
Dejarse llevar de navegación por el rio todavía protegido por vegetación,
aunque si se levanta la vista atrás de ella se ven las explotaciones de mármol
y de materia prima para la cementera asentada en la zona. Dos enormes tubos
sirven para extraer agua que por el momento no escasea. Las rocosidades, ahora
objeto de admiración, ya deben haber sido analizadas como reserva de
suministros. Pasamos por debajo de un hermoso manantial y estamos allí
cubriéndonos de su agua hasta que no aguantamos más, mientras gritamos y reímos
siendo niños de nuevo.
*
En
contraposición a la noche del jueves la del sábado deja ver a media noche una
gran luna creciente. Y un hermoso cielo lleno de estrellas.
*
Los
pocos pájaros, aparte de los guácharos -pájaros de las cavernas- hacen un
sonido seco y para nada agradable. Son de color oscuro. Recientemente, nos dice
el guía, aparecieron algunos cormoranes pescadores. Alcanzamos a ver algunos
alimentándose. No hay mucha pesca. Intentan repoblar el rio.
*
El
viento trae un te amo. Despierto. Me veo una masa de carne ni siquiera deforme:
informe.
*
"No hay porque ponerse triste" me dice la noche. Aguanto.
*
Es
muy hermoso el país al recorrerlo. En el espacio de cuatro o cinco horas se
pasan todos los pisos térmicos desde los cinco mil metros hasta los doscientos
sobre el nivel del mar. Una explosión de verdes de todos los matices. Desde
las nieves del Ruiz, al Río Magdalena aun imponente.
Si: ha habido progreso que se
nota en vías de cuatro carriles sobre las que avanzo a 150 kilómetros por hora
hasta que obedezco a la razón de aminorar. Es mejor llegar que no hacerlo.
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