Nací en una familia en donde conversar formaba parte de su esencia. Me levanté entre personas que practicaban la charla casual, inteligente o informada a cada momento. Claro, eran otros tiempos en que no se tenía como mejor y único amigo el teléfono y las pantallas. Pero me sorprende mucho, y me frustra más, la incapacidad de hacerlo hoy no solo con las nuevas sino también con las generaciones viejas. No se consigue hilar una charla medianamente inteligente. Prima por sobre todo la desconfianza y se teme por tanto expresar lo que se piensa o lo que es peor, no se tiene la capacidad de hacerlo. Se abren los temas y luego de una refutación veloz sin argumento, la retirada o el silencio. Y la furia.
lfg-c©
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