Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

noviembre 07, 2017

Noviembre, 2017





Amigos:



Están quienes olvidan sin decir adiós y quienes dicen adiós sin olvidar. Doce palabras para expresarlo todo.

Puede decirse con Fernando Pessoa que la generación a la que pertenecemos encontró al mundo desprovisto de apoyos para quien tuviera cerebro y corazón al mismo tiempo.

Que el mundo para el que surgimos, y que hemos vivido, no tenía seguridad en el orden religioso, apoyo que ofrecernos en el orden moral, ni tranquilidad que darnos en el orden político.

Que nacimos a la vida en plena angustia metafísica, en plena angustia moral, en pleno desasosiego político.

Un día el cura dejó de hablar en lengua extraña, se bajó del altar, dio la cara y desapareció el misterio. Las verdades se redujeron a mitos, a leyendas, a literatura.

Nos ha tocado todo. Vimos la oscuridad y las estrellas. Vimos las velas rezando el rosario que encoraba un abuelo. Vimos las caperuzas y vimos llegar, tardíamente, la energía eléctrica.

Todo hoy es luz puntual entre oscuridades de otro tipo. Descubrimientos, reinterpretaciones. Cambios sociológicos apabullantes. Hasta el género se ha hecho un “constructo social”.

Cada año vale por cien de los precedentes. Los avances no alcanzan a comprenderse cuando llegan otros. Los problemas metafísicos dejan de existir: ¿a quién le interesan, si la física los ha resuelto?

Todo cambió en los 60s. y 70s. En el silencio blanco del pueblo verde, los gritos de mayo de 1968 en Paris nos alcanzaban: “las paredes tienen orejas, pero vuestras orejas también tienen paredes”. Las tenían si, y hubo que derrumbar las tapias.

Sin libertad de discutir, intentamos proponer. Sacudirnos el musgo, la neblina, la montañerada, convencidos del discurso del Hermano Abel Andrés que nos gritaba en la capilla “indios” significando la poquedad que nos atribuía. Aunque, contradiciéndose, salía -con la policía- a ver quién estaba en la calle después de las ocho de la noche.

Los espíritus se soltaron. “Sacúdanse, le dije en confianza un día al Hermano Alonso Llano: “el hombre llegó a la luna, no sigan viviendo en ella; aquí pasan cosas sin que usted se entere”.

Contra toda previsión los individuos son más educados pero la sociedad no es mejor. El país adolece de humanidad y de consciencia.

Byung-Chul Han, el filósofo actual, habla de la sociedad del cansancio. “Nada es imposible, trabaje hasta lograrlo”.

En una sociedad de consumidores, el sentido de lo colectivo se ha diluido haciéndonos tiranos de nosotros mismos. El YO, llena todo el espacio. De ahí el cansancio.


La importancia de vivir está en vivir por sobre el “todo ya está hecho” o “no es mi problema: que lo resuelva alguien”. Ver los otros como parte nuestra, ser compasivos, sumar, asumir.

Recorrido el 17% de este siglo, soy un viejo joven cuando siempre fui un joven viejo.

47 años después estamos activos. Creativos. Importantes. Trahit suaquemque voluptas: cada uno con su senda, su meta, su ambición, su gusto, sus ideales. Aún tenemos retos. Aún logramos metas.

Con sentido de lo colectivo, de compañeros, de amigos, de familia, están aquí también los que no están. Los que pasaron tras haber vivido, el que apenas se asomó: Ovidio Salazar, inteligente, bien puesto, disciplinado. Y los que no pudieron venir. O no quisieron.

*

Este cono de montañas con otro en medio y un tapón que niega el horizonte, es el hogar. Hogar, aunque ésta casa esté sola y aquí no viva nadie. Ni estén los huesos de los padres que nos siguieron en nuestro camino a costa de abandonar el suyo.

Pensilvania.

Como buenos hijos buenos, volvemos al hogar con algo entre las manos.

Gracias a Darío, a Iván, a Rodrigo por su empeño.



No dijimos adiós para olvidar.



Gracias.

Pensilvania, Noviembre, 2017

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