Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

mayo 16, 2018

Desolaciones






Luis Fernando Gutiérrez-Cardona



Solía afirmarse, y se aceptaba como válido, que "en la vida hay tres cosas que no vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida." Ahora es posible cuestionar los tres asertos. También esas tres cosas es posible volverlas atrás. Una flecha lanzada lo más probable es que no avance más allá del punto en que se la detiene y se la hace regresar: la posverdad se encarga de ello. La palabra pronunciada tiene múltiples oportunidades: los mensajes electrónicos pueden ser detenidos una vez enviados, es posible programarlos para que sean leídos en determinadas circunstancias y también puede hacerse que se autodestruyan dadas ciertas circunstancias. No hay oportunidades perdidas: basta persistir y los más malos propósitos pueden ser logrados una y otra vez luego de haber fracasado una y otra vez. Con los buenos no pasa igual pues con ellos hay menos persistencia y menor ganancia.

Lo peor es que hay que levantar por sí mismo las que el poeta atribuía a otros: "Sin consideración, sin piedad, sin recato / grandes y altas murallas en torno mío construyeron. / Y ahora estoy aquí y me desespero." Es indispensable hacerse muros y no son exteriores: podrás -con alguna posibilidad de éxito- cuidar el frente y los flancos, pero la espalda nunca porque la espalda no está a tus espaldas. Está en cada una de las diez direcciones y de cualquiera de ellas llegará la única cosa que jamás se detiene, se arrepiente, o se alivia: el odio. Renunciar a la espontaneidad  es traicionarse.

Parafraseando al poeta: ‘Imperceptiblemente, fuera del mundo, hay que encerrarse’. Sin embargo, hecha la muralla se puede estar seguros que la asaltarán, que pugnarán por saber que hay adentro, por adivinarlo, o por inventarlo. La rodearán no con el ánimo de protegerla sino de asaltarla y derrumbarla porque si. Los tres filtros Socráticos de verdad, bondad y utilidad son una protección colectiva. Una conversaciòn distendida entre amigos o familia aguanta muchas cosas: el humor fino o negro, el genio y el ingenio, la ironía, el sobreentendido,  una cierta acidez, los modos familiares, lo ancestral. Pero sacadas las palabras de ese contexto se convierten en resentimientos, en chisme, en arma que causa desastres exteriores e interiores difíciles de reparar.

El hombre no es un lobo para el hombre: es peor, es un hombre para el hombre.

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