Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
También yo tuve veinte años y tuve treinta y tuve cada uno de los
tenidos que ya no tengo. Me sentí responsable de la patria desde que
pude votar y desde antes. También me ilusioné, creí en
el cambio, en las personas, grité, alabé, rabié, manifesté, lancé vivas, pegué afiches
y regué panfletos. Coreé lo del pueblo unido pero no aprendí La
Internacional. Algún discurso echaría y muchas columnas de prensa. Puse
calcomanías en el carro y foto en la ventana. No me peleé
con los amigos o relacionados por esa razón, pero si hubo discusiones
acaloradas. Perdedor, mi candidato era el más humano, el más
sabio, el más honesto, el mejor. El salvador. Mas siempre ganó, para mi
desgracia, el otro. ¿Si hubiese ganado el mío, qué? No me sorprende
que mis amigos, que la gente, esté en tal estado de acaloramiento, encono y
crispación. Consciente de que sirve de poco, arrimaré temprano con mis
pasos ya cansinos, es decir con mi pasado, a la urna que me toque y con
pleno conocimiento expresaré no mi esperanza sino mi miedo. El mio. Regresaré a casa, pondré
alguna música complicada, tomaré un libro de los varios que esperan
sobre la mesa sin desesperar, violaré con una cerveza la ley seca
-recuerdo las tiras esas de papel con que
sellaban las estanterías en las tiendas aquellos días en que la gente se mataba por el trapo; ahora se matan con tragos o sin ellos. Mejor sin ellos, vía tweeter, asesinan honras e inventan cosas. No pondré ni la radio ni la television; pasaré de los sabios analistas que envenenan la sangre. Pasaré de !a tendencia que se consolida, del profundo analista que hace ver lo evidente como abstruso.
Alguien
a las seis de la tarde me dirá como quedó la cosa. Pasará la caravana del triunfador por la avenida. 'País de cafres',
diré con Echandía, cualquiera sea el resultado. Será un desastre
como siempre.
Voltearé a mirar las montañas y sabré de nuevo que, como siempre, el futuro no me pertenece.
Fútbol, ciclismo, pasión y bandera.
Y güepajé!
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