A medida que depuro en el ser la pausa reciente que me llevó por ciudades y países surgen facetas. Pienso en la compañía. Personas con las que coincidí por razón de ella -la pausa- y solo por esa razón, con las que a pesar de los días compartidos no surgió afecto -ni desafecto- y el compañerismo fue solo circunstancial. De pronto, tras muchos días de estar juntos, estaban en la mesa del lado como si jamás nos hubiésemos visto antes. Como en efecto es: antes del viaje nunca, pero es lo que siempre ocurre. Al momento de separarse acaso una mano al aire fue la despedida sorda y muda, sin siquiera un adiós concluyente o la expresión aunque fuera superficial y vacía de un 'nos vemos'. ¿Qué cosa motiva que no surja la chispa que inicie una amistad, si hacer o hacerse amigos es tan fácil? ¿Cómo es posible ver en los otros nada, ni el objeto, en tantos días de convivencia? Ir con gente e ir solo. ¿Menosprecio? ¿Sobrevaloración propia? ¿Nada? No se valora a si mismo al no hacerlo a los demás. Qué raro.Leo por ahí: "All those moments will be lost in time, like tears in the rain”. {¡Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lagrimas en la lluvia!…}Razones de más para valorar lo que hay. El tiempo no es fundamental: es la mente, donde está, es decir, a la altura del corazón.
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