Las guitarras vuelven a sus estuches. Se cierran los cancioneros. Se guardan las maracas. Se apagan las luces. Se hacen las maletas. Quienes vienen de lejos se marchan. Se lleva cada uno sus aguinaldos. Se dicen palabras de gratitud. El corazón acumula nuevos recuerdos, el cuerpo aguanta la resaca. Nos decimos un montón de palabras de afecto y nos despedimos en un fuerte abrazo. Los carros van saliendo de la finca uno a uno y nos perdemos en la carretera, en las calles y en los barrios de la ciudad, cada quien a su destino. Ha pasado navidad. Algunas nuevas sonrisas se han incorporado. Afortunadamente está vez no hemos descontado ninguna. Viejos y jóvenes nos mezclamos haciéndonos uno en el ritual familiar que no desfallece.
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