El lenguaje influye en nuestra percepción de roles y experiencias. Asociar la madre al sacrificio, reducir la narrativa a renuncia o sufrimiento, invisibiliza su dimensión más profunda y vital: su conexión con la naturaleza y con la creación. "Sacrificio" evoca una idea de pérdida o carga, como si maternidad fuera un acto heroico basado en la negación propia. Esto reforzaría estereotipos de abnegación invisibilizando la reciprocidad y el crecimiento mutuo que existen en esa relación. En muchas culturas la idea del sacrificio materno se vincula a presiones sociales o roles de género rígidos, lo que puede generar culpa o idealizaciones poco realista.
Si conectamos la maternidad con la naturaleza emergen imágenes más orgánicas y holísticas: La maternidad puede verse como un eslabón en el flujo de la vida, similar a como la tierra nutre una semilla sin exigirle nada a cambio. Al igual que la naturaleza genera vida, la maternidad implica un acto creativo y transformador, no solo físico, sino emocional y espiritual. En la naturaleza, ningún ser existe de forma aislada. La maternidad, entonces refleja una red de cuidados y aprendizajes compartidos, no una carga unilateral.
Es válido reconocer que la maternidad implica desafíos, pero quizá las palabras "entrega" o "dedicación" resuenen mejor con esa conexión natural, evitando el matiz de "pérdida" que lleva el sacrificio. La naturaleza no juzga: da y recibe en equilibrio.
Quizá el lenguaje ideal al hablar de la maternidad —el dia de la madre— sea aquel que honre su complejidad sin reducirlo a un solo concepto. No es sacrificio, sino un vínculo arraigado en la esencia de la vida misma.
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