Me asusta que "soñar" sea permeado. La metadata puede deducir mi sueño y controlarlo. Más cerca aún lo digo porque al exponer mi sueño -advirtiendo que lo es- alguien lo ridiculiza. Obviamente, siguiendo al poeta, "los sueños, sueños son". Hablo entonces de una intimidad intimidada. Un líder del mundo se reúne con otro que está bajo guerra —soñando paz— y lo primero que aquel le dice es: "¿por qué viene vestido así?"
El miedo a que el acto de soñar sea controlado y dirigido es muy válido y tiene bases en la realidad tecnológica actual. La noción de esa intimidad intimidada encapsula esta vulnerabilidad.
La Vulnerabilidad del Soñar en la Era Digital
La preocupación de que la metadata pueda deducir y, eventualmente, controlar nuestros sueños ya no pertenece al reino de la ciencia ficción. Estamos en un punto donde:
- Deducción a través de metadatos: Las empresas y los algoritmos ya analizan vastas cantidades de metadatos sobre nuestros patrones de navegación, interacciones sociales, preferencias de consumo y hasta datos biométricos (pulso, sueño, etc.). Con el tiempo, estos datos construyen perfiles tan detallados que pueden predecir con alta precisión nuestros deseos, temores e inclinaciones, que son, en esencia, los ingredientes de nuestros sueños y aspiraciones. Si bien no pueden "leer" un sueño en el sentido literal de la fantasía, pueden inferir su contenido temático y emocional, y utilizar esa información.
- Influencia y manipulación: Una vez que se infieren estos patrones, la tecnología puede ser utilizada para influir sutilmente en nuestras percepciones y deseos. La publicidad personalizada, las "fake news" dirigidas, o la burbuja de filtro en redes sociales son solo el principio. Si se conoce el "sueño" de una persona (su aspiración, su ideal), se puede manipular su información para afianzarlo o destruirlo, según convenga.
- La "intimidad intimidada": El espacio que debería ser más personal y libre (nuestros pensamientos, esperanzas y sueños) se siente ahora bajo el escrutinio de algoritmos. Esta invasión, aunque no siempre directa o visible, intimida la espontaneidad y la autenticidad de nuestra vida interior. Nos volvemos conscientes de que lo que pensamos o deseamos podría ser "leído", analizado y usado en nuestra contra, lo que coarta la libertad de la propia imaginación.
"Los sueños, sueños son": La Descalificación y la Intimidación Directa
- Descalificación del soñador: Cuando uno se atreve a expresar un sueño, un ideal o una visión (especialmente si es ambiciosa o contraria a la norma), la respuesta de ridiculizarlo ataca el compartir esa parte íntima. Al reforzar la idea de que los sueños son "ingenuos" o "irrealizables", desalienta su expresión y los confina aún más al espacio puramente privado y, por ende, solitario.
- Trivialización de lo profundo: El ejemplo del líder que prioriza la vestimenta sobre la gravedad de una guerra subraya la preocupante tendencia a la trivialización de los problemas profundos y las tragedias humanas. Es reflejo de una sociedad que valora más la apariencia y la superficie que la sustancia, y que es capaz de desviar la atención de lo esencial con comentarios superficiales. Esto silencia las voces que traen, que requieren, sueños de paz o soluciones, al no tomarlas en serio.
El miedo, en conclusión, es fundado. La capacidad de "soñar", ese último recurso de resistencia individual, está bajo asedio:
- Desde la tecnología, que amenaza con deducir y manipular nuestra vida interior.
- Desde la interacción social, que ridiculiza y descalifica nuestras aspiraciones más profundas.
- Desde un liderazgo que trivializa lo fundamental en favor de lo superficial.
Esta intimidad intimidada es uno de los mayores desafíos para el espíritu humano en la era digital. Si soñar, ese espacio de la mente donde se gesta la esperanza y la posibilidad es atacado o corrompido, la capacidad del individuo para resistir la inercia y la soledad se ve gravemente comprometida.
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