Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

agosto 23, 2025

El lunes fue antes que el martes

 

 

Nos juntamos con Felipe a compartir un pastel de cumpleaños y hablamos de las cosas de la vida y de la muerte, de la política y de los impuestos. Y le aprendí una frase a la que le encuentro demasiado sentido. "El lunes fue antes que el martes".



 

“Pues los dioses saben el futuro; los hombres, el presente, y los sabios, lo que se avecina.” —Filóstrato, en Vida de Apolonio de Tiana, 8.7 (citado por Cavafis)

El lunes fue antes que el martes

El desamor no llega como un trueno.
Llega con el martes, después de lunes que ya no recordamos.
Nos convencemos de que lo importante ocurre hoy:
el silencio en la mesa,
la ausencia en la mirada,
la rutina que no roza.
Pero olvidamos que todo eso tuvo su fundamento en el ayer,
en los gestos que se fueron desgastando como piedras en el río,
en las palabras que no dijimos cuando aún tenían tiempo.

"El lunes fue antes que el martes", dijo Felipe,
no hablabamos del calendario,
sino de la memoria.
Cada ruptura tiene su genealogía,
su arqueología de momentos triviales
que ahora se revelan como profecías.

Jaime Sabines lo dijo con la voz rota:
"Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte."
Como si el amor fuera un hábito,
y el desamor, una rehabilitación sin promesas.

Y Jaime Gil de Biedma,
con la lucidez de quien ha vivido,
nos recuerda que
"la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde..."
Demasiado tarde, a veces,
cuando solo hay lunes que nos salve.

El desamor es una forma de olvido.
No del otro, sino del origen.
De cómo llegamos a este punto sin darnos cuenta.
De cómo el pastel compartido se convirtió en migajas
que ya no buscamos recoger.

Pero el lunes fue antes que el martes,
entonces hay una lógica,
una secuencia,
una posibilidad de entender.
No para volver atrás,
sino para honrar el trayecto.
Para no rendirse al sinsentido.
Para saber que incluso el desamor tiene su música,
su ritmo,
su lección.




 

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