Tarde en cámara lenta
Tu cuerpo, el mundo, corre.
Mis ojos, el mundo, también.
Nadie ama dos veces con los mismos ojos.
Contemplar: confluir.
(Gabriel Zaíd)
Hace unas horas la lluvia mojó las calles y los techos que brillaron entonces reflejando el cielo. La luz se presentó en tonos de azul y de gris y supe, por fín, cual es el color del viento. No fué difícil, bastó con no darle la espalda.
El sol poniéndose por entre nubes negras que dejan espacio a que sus rayos se filtren en todas las tonalidades del dorado, del amarillo intenso y también del rojo, mientras por este lado lucen oscuras y raras con formas que solo encuentran una definición en la imaginación callada. En las montañas una corona blanca las perfila. El escenario es diferente cada minuto. Las luces de la ciudad empiezan a encenderse. La vida fluye. El universo sigue. El hombre creyendose gran cosa ni lo mira: en fin de cuentas pasa cada día hasta cuando para cada uno no pase más. No se da cuenta. No es consciente. "Contemplar: confluír"
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