Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Los hombres mienten por la misma razón que los perros se lamen los huevos: porque pueden". (Sex and The City)
¿Sería viable un mundo sin mentiras? ¿Quién creería en Dios, en Jesús, en milagros, en vírgenes, en subidas al cielo en cuerpo y alma, en Mahoma, en Buda, en Krishna? ¿Quién en Bolívar, San Martín o alguna estatua de esas? ¿Quién en héroes, en santos, quién en locos? ¿Quién en la salvación, en la condenación eternas, en la resurrección? ¿Quién en mi? ¿Quién en tí?
—En tí no, perdón, en tí creeré siempre—
¿Se podría vivir sin poesía, sin sueños, sin ángeles, sin hadas? ¿Sin cielo, sin infierno, sin paraiso o sin nirvana? ¿Sin ilusiones que son mentiras a la medida propia? ¿Sin esperanzas que son mentiras a la medida ajena?
Si, es verdad, los hombres mienten por la misma razón que los perros se lamen los huevos: porque pueden. Pero es que pueden. ¿Pueden?
¿A falta de huevos qué se lamen ellas? Porque también mienten, ¿o no?.
—Tú no, perdón, tú nunca—
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