Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
... confieso que los libros de Cortázar me hacen guiños desde la escuálida biblioteca -no es tan escuálida la del computador en donde cabe todo- sin conseguir atraparme debido a la ignorancia. La comparación tal vez ofenda pero un día el librero —su librería tiene un nombre hermoso: se llama La Libélula— me dijo: Luis Fernando ¿y Saramago? Y le dije, enséñemelo. Tomó "[...]" y me lo entregó espoleando: "Con esto enseño constitucional a mis alumnos". Y sin decir más me lo encontró. Nadie me ha descubierto aún a Cortázar. Me intimida. Me asusta. Y me llena, tonto que es uno, su traducción de Memorias de Adriano, el libro que amo.
[Un café. ¿Cómo no acceder a tomar café con una perfecta, que no completa, extraña? ¿Qué es un extraño? ¿Qué puede sernos extraño de este universo mínimo con el que somos uno?]
["Serse", lo digo porque me habla en otra ventana, que palabra más hermosa...]
Como quien corre detrás de una mariposa, una azul, intentaré explorar el mundo que sugiere la maga extraña de imágenes, textos y bosques...
[“En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo…”]
Así que no tengo miedo al peligro, en este viaje no estoy solo.
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