Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Anochece. El cielo es azul y blanco todavía y un viento frio recorre la avenida. Dos cuerpos abrasados se envuelven en ojos de pasión y de distancia. Las lágrimas descienden haciéndose palabras. Tras unos pocos pasos las manos se dan queriéndose querer y no queriendo.
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