- ¡Yo no sabia que el caldo doña gallina lo hacían de gallinas de verdad! Me siento mal por ellas. (FF)
- Las
gallinas, pinches pollos de granja criados aceleradamente
en galpones que simulan la noche y el día, alimentados con concentrados
de naturaleza sospechosa pero cuyo color café y olor característico
denuncian más o menos de lo que están
fabricados, engordadas con hormonas causantes de quien sabe que males, son sacrificadas mediante un corte en la garganta,
colgadas pico abajo en alambres mientras se desangran no todavía bien muertas. Sin haber sido gallinas jamás, sin haber
puesto un güevito, sin haber probado varón. Desplumadas malamente,
evisceradas en linea, y, apenas si descabezadas y despatadas, pasadas por
enormes molinos que las deshidratan, que las vuelven polvo, que las
mezclan con cominos, especias raras, conservantes y químicos desconocidos; pasados por máquinas que las compactan y
las vuelve, ay, cubos de caldo de la gallina criolla que nunca fueron, que los empacan, que los montan en camiones, que los ponen en la linea de consumo de donde son tomados para ser
hidratados nuevamente en las cocinas, mezclados en potajes, vueltos
caldo adornado con perejil y convertido en goce para el paladar, antes
de volverse mierda y, no sé, de nuevo comida para pollos de granja
criados aceleradamente en galpones que simulan la noche y el dia... y así.
Usted verá si sigue comiendo de eso. Por el momento a mi este relato
me produjo agriera.
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