Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
El mundo se ha hecho muy pequeño. Las posibilidades de amistad han aumentado a niveles enormes. Se puede tener miles de amigos. Pero te detienes a mirar y en realidad no hay nadie. Nadie se interesa por ti genuinamente. Tampoco uno lo hace. Hablamos con muchos sin hablar con nadie, sin ver a nadie, sin tener a nadie con quien tomar un café, mirar un juego o conversar.
Al mismo tiempo que nos exhibimos en las redes sociales, alimentamos el temor de que se nos acerquen y nos hablen. Alentamos el miedo, el terror, la desesperanza. Alguien me escoge como amigo, lo acepto -o al contrario- y si llegamos a establecer un diálogo, cosa que se hace pocas veces, y si logramos pasar el interrogatorio estándar, cae a continuación un telón de silencio oscuro y ominoso.
Todo es circunstancial. Todo es inhóspito.
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