Voces

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

...nos sentábamos con una cocacola en la mano a escuchar las ahora viejas canciones de Linda Rondstadt, de Kenny Rogers, de Willie Nelson, de Joan Báez o aquel álbum de Cat Stevens que tenía una bandera en la portada. Te presentaba a Jhonny Cash y aquellos otros cantantes de country, no faltaba Dolly Parton, ni algo de Elvis y los Beatles. Yo tenia un magnífico equipo de sonido, con bafles de diseño, amplificador y tornamesa Technics con control de velocidad estroboscópico. Se le subía dos puntos el volumen, se incrementaban un poco los bajos desde el equalizador independiente y mamá gritaba, sin que la oyeramos, desde el segundo piso, si era que queríamos tumbarle la casa. Tenia que bajar y con mirada fulminante poner órden. La verdad pocos tenían esos juguetes. Tu querías escuchar When I need you diez veces seguidas y lo hacíamos. O se nos despertaba el ansia de rock y había un montón de discos de Led Zeppelin, Black Sabath, Cream, Deep Purple y los inacabables Rolling Stones. Ni que decir cuando nos daba por la música clásica y dejabamos correr a todo taco la coral de la novena sinfonía no solo para nosotros, por tanto, sino para toda la manzana.

Ahora le hablo al teléfono "pónme jazz" y por arte de magia brota de un speaker pequeñito pero que suena perfecto, la música que está en el aire. 

No añoro esos tiempos. 

Te añoro a ti que ya no estás. Que te fuiste en la mitad de la noche —y de la vida— un diciembre de hace años; pero eres, hermano mío, presencia inolvidable. Yo daría gustoso mi vida por tu muerte. Pero aprecio que hayas sabido levar anclas a tiempo. Se vive demasiado y al hacerlo se cambia vida por sobrevivencia. Y no es lo mismo.

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