Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Por un momento pensé que el mundo había terminado anoche después de que tembló la tierra. Nadie está activo esta mañana de domingo y hay un extraño silencio en la ciudad. Luna -la perrita- no corretea en el pasillo. Escucho a Leonard Cohen leer poemas con su voz profunda de anciano irremediable.
Pero llegas tu con una sonrisa y me doy cuenta que el temblor no acabó con todo. Vuelven a escucharse otra vez motores de autos abajo en la avenida. Leonard cambia su poema por otros en forma de canción.
Mi corazón late de nuevo. Duele un poco todo el cuerpo y esa cosa tan bruta que denominan alma duele también y se retuerce y protesta porque se siente mejor yerta e ida.
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