Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Extinguirla. La especie humana, como tal, no sirve para nada.
Últimamente pienso en los derechos humanos de la trucha, del
salmón y del ya casi extinguido atún. Pienso en los derechos humanos del
árbol de caucho siempre herido. De la hoja de yerbabuena que se
arranca. Del sabor de la albahaca muerta. Pienso en si también la piedra
que se pulveriza tiene vida, si el sonido que produce al triturársela
es su lamento. Si el petróleo es la sangre que inconscientemente
extraemos del cuerpo que es la tierra. Pienso en la máquina de quemar oxígeno y consumir
agua que somos.
Cuerpo inutil. Siento vergüenza al calzarme con pieles
de otros ayer vivos y curarme y embellecerme con lo que extraen de seres sintientes que pulverizan y torturan. Pienso en los embriones de pato y los caballos de que se extraen los sueros salvadores y las vacunas y en los monos usados para experimentar toda clase de cosas.
De todo lo que camina, repta, nada o vuela abusa el ser humano. ¿Qué ha hecho el hombre por otros seres, diferente de criarlos para comérlos o divertirse con ellos o hacerlos trabajar?
Debe ser por
eso que hasta ahora no encuentran una especie similar en el universo. Si
avanzó más se autodestruyó inteligentemente, si no ha avanzado espero que los dinasaurios
de los planetas le impidan surgir y se liberen de semejante peste.
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