San Francisco

Hoy fuimos a comer pescado callejero en The Fisherman's Wharf. No solo es más rico sino más barato, sin sobretasas del 18 por ciento y sin tener que esperar dos horas por mesa y servicio bajo el frío polar del aire acondicionado. Nos  sirvieron camarones apanados, pescado y langosta y nos fuimos a consumirlos sentados al pie de un músico callejero que degradaba canciones de Billy Joel y Bonney M que coreábamos todos, mientras al lado las gaviotas caminaban entre la gente pescando en lo que esta deja, y si pueden dentro de sus platos, pues olvidaron como comer del mar habiendo como hay tanto desperdiciado en los andenes. El calor apretaba pero alrededor todo Eran sonrisas. También nosotros, pequeños agrandados, gozamos el ambiente. Caminamos luego por el borde del que fuera puerto en donde exhiben un submarino de la segunda guerra y un barco de transporte de suministros que estuvo, dicen, en Normandía. Cosas de la vida, no solo las gaviotas exploran las basuras, también lo hacen personas en busca de cosas reciclables. No por comida se lo aclaran a mi vecino que les ofrece de su plato. Esa es una diferencia. Antes habíamos recorrido el Museo de Asia y luego fuimos al Jardín Japonés.