Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
La cosa es algo que lo encierra todo. Que se siente desde el dedo pequeño del pie izquierdo hasta la neurona más profunda del cerebro. Es una simple mirada, un roce en la distancia, al paso. ni siquiera sentido, apenas dicho, apenas intuido. Es el saludo desde la calle lanzado al viento a una ventana allá, a lo lejos, en donde es adivinado. Una sonrisa fugaz que el vidrio polarizado del auto no permite de regreso. Sonrisa encerrada, solitaria, triste. Pero libre. Esos ojos que refulgen para sí, uno con otro, mientras se desliza un te quiero susurrado labio a labio, tan afilado que hace que ellos sangren. La complicidad inolvidable de las manos, de los cuerpos soldándose, fundiéndose.
Fue.
Es nada, sí. La cosa es todo. Un sobresalto de noche concluida. Interminable. Helada. Silenciosa. Ida.
Ocaso y sombras, son luz de amanecer en otra parte.
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