A primera hora de la mañana mi otero está rodeado de neblina.
Hacia el sur y hacia el Norte hay desprecio.
Hacia el Oriente y hacia el Occidente, olvido.
Tomo el auto para recorrer la ciudad, a las ocho de la mañana, con las luces plenas encendidas.
Asi, la vida.
Nada que hacer, sino aceptarlo.
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