Planeta

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

No se cual es la medida más alta de almacenamiento en curso. Intuyo que un terabyte es cosa del pasado. Todas las bibliotecas del mundo cabrían en un chip diminuto que acaban de desarrollar, leí la semana anterior con la fatiga de quién sabe que el asombro tiene que durar poco porque más asombroso es lo que sigue. Y toda esa información está en el aire al alcance de cualquiera que tenga una sencilla herramienta para bajarla. Y si está en el aire respiramos bytes cada día los cuales no sabemos qué contienen. ¿Unos tipos poderosos en alguna parte están inoculándonos el cerebro de ideas capitalistas? ¿El terrorismo proviene de algún componente integrado a la atmósfera? ¿La urgencia de escapar del planeta impulsada por los que más saben es porque saben más? Dios creó el mundo. La tierra lo era todo. Era enorme. En lenguaje postmoderno no es mundo ni es tierra ni es nada: es un planeta con vida, una roca acuosa y diminuta. El sol, dios de dios, luz de luz, dios verdadero de dios verdadero, es una estrella de quinta categoría. La luna es una piedra polvorienta. La tierra un botadero. Queremos ver el fin del universo, su frontera, dizque para conocer su principio. O para satisfacer la vanidad de los que inventaron el bigbang pues solo existe lo que puede dejar de existir.

No hago nada a las dos de la mañana pensando estas pendejadas. El hombre que duerme esperando ser despertado por el primer trinar de un pájaro, por el primer rayo de la madrugada, es más hombre y más humano y más feliz. Absorbo una tera más, cierro los ojos y apago para no subir más de lo que bajo.