Plegaria.

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Pero, incidentalmente, no quiero que nadie me dé nada por ser habitante del planeta o por alguna característica de cualquier tipo. Eso solo no representa nada. No reclamo ni quiero derecho, ni concesión, ni lástima. Ni busco reconocimiento de mi humanidad. Un hombre es un hombre como un pájaro uno, y un pez un pez. Las aves vuelan porque pueden. Reconozco a cada quien. Me reconozco a mí mismo y me basta. O no me reconozco y no puedo hacer nada al respecto ni nadie puede. Renuncio a las etiquetas y las clasificaciones. No quiero esta sociedad lamentable, pedigüeña, echada, que todo lo quiere conseguir gratis porque hace una cola para ello, porque le parece mucho mérito aparecer y considera responsabilidad de todos el que lo haya hecho. No quiero que me concedan la paz, no quiero ser salvado, ni mantenido vivo a la fuerza. No quiero pertenecer a ningún movimiento a favor o en contra de nada. No creo que mi voto importe ni consiga nada. Renuncio a las dádivas y los regalos si he de considerarlos tales cosas. Renuncio a que alguien hable por mí. Renuncio a tu cuerpo si tienes que echármelo en cara. Renuncio al mio, si ello acorta sus sufrimientos. Renuncio a la recarga rápida de un alma fatigada y una carne desgastada. Déjenme ser. Y el día que no pueda valerme por mi mismo, déjenme también no ser. Ayúdenme incluso a no serlo. Si es por preservar la especie mírense antes a ver qué es lo que preservan. Y métanse en sus cosas. 

Amén.

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