Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

noviembre 14, 2016

Esperanza




Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Cuando aprendíamos religión en la escuela y el catecismo en la casa, nos interrogaban sobre cosas como los diez mandamientos de la ley de dios, los cinco mandamientos de la santa madre iglesia, los siete pecados capitales y sus contrarios (contra lujuria templanza extrapolaba mi padre sin que yo captara la sutileza), los siete sacramentos y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.  En estos días dije a un amigo que la esperanza es una virtud que no me alcanza y me quedé pensando ¿a qué se referían con ello en esos tiempos? Crípticamente daban a entender que era cosas que el propio Dios sembraba en nuestra alma. Infundía, es la palabra que usaban porque la religión para que lo sea necesita de misterio, de magia, de asuntos desconocidos, de ceremonial, ostentación y fastuosidad y de palabras raras. Pero si lo veo en detalle los tiempos han acabado con todo esto. Los diez, los cinco, los siete y las tres no tienen valor alguno. La caridad es derecho a cargo del estado, no de los particulares. La Fe es cosa de ignorantes. La Esperanza es el conocimiento de la finitud. La humildad frente a la soberbia es pérdida de imagen, la generosidad frente a la avaricia es socialismo estúpido, La castidad frente a la lujuria es una enfermedad mental, la templanza contra la gula afecta la industria gastronómica, la caridad contra la envidia genera conductas dañinas y la diligencia contra la pereza acabaría el turismo. No son más que consignas en textos de autosuperación todas esas cosas. Ahora tenemos un Papa muy querido, pero que no se pone estolas bordadas, ni los zapatos rojos de Cristo, al que le choca la mitra, el boato, que casi no utiliza el báculo, que echa bendiciones con una pereza… y a quien se le oye hablar poco de la religión que encabeza. Pero si mucho de los problemas políticos. No queda fe ni hay en qué tenerla.

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