Desolación

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Compañeros del camino.
Nos amábamos, y me miraba con esa mirada
que solo uno reconoce:
esa mirada de no-te-perdono
que-no-goces
el-haberte-traído-a-este-mundo
yo-estoy-feliz-de-haberlo-hecho

no siempre comprendía esos comentarios ácidos,
esas exageraciones
ni le gustaban del todo los cuentos que contaba
de la niñez que no hubo
o de la adolescencia rauda
a pesar de que me mostró la diferencia
entre un cuento y una historia

"¿Por qué?", se preguntaría en esos días
y esas noches
en que estas desolaciones la alcanzaban…
"¿Por qué?", "¿Si yo te he amado tanto?"

llegaba de cuando en vez con ese dulce
que gozaba haciéndome
nos tomábamos las manos riendo y decía que me amaba.
Me amaba, si.
La abrazaba diciéndole que gracias
mientras en sus ojos siempre veía esa mirada
que solo uno reconoce, ese reclamo.

Nacido con el defecto de no amar la vida
(si es que ello es un defecto)
de no ser nostálgico
de saber que ningún recuerdo es justo
que todo regreso al pasado
es una inconsecuencia,
cuando me marché, antes que se marchara,
habia en sus ojos también esa mirada.