Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
La primera impresión deja ver que las márgenes no son como se quiere, que los títulos no están bien dispuestos, que el tipo de letra no encaja, que el único error de gramática que sabemos descubrir salta a la vista, que el tamaño de los párrafos no es el deseable, que sobran adjetivos, que la entrada no impacta.
La primera impresión resulta ser un primer borrador por mucho que se hubiera visto y pulido antes en pantalla.
La primera impresión no se olvida porque hace que metamos la mano y después de arreglar las márgenes y el error de gramática, de recomponer los títulos, de ajustar los párrafos, mejorar el espaciado, suprimir la mitad de los adjetivos y reescribir las frases iniciales, se vea la belleza que antes no se vio, se la comprende más y se capte la profundidad que la pantalla no permite por concentrarse apenas en la imagen.
La primera impresión que se olvida es la que es perfecta de entrada. Pasa poco, pero pasa. Se olvida por perfecta y por intocable. Se la terminará dejando ir porque a la larga esa perfección o no existe o no se resiste.
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