¿Cómo te llamas? Preguntamos y preguntan como si uno se llamara. El nombre que llevamos es prestado, y nada más prestado que ello. Alguien dijo: a este lo llamaremos Luis, Luis será su identidad, así lo llamarán todos y él alguna vez se llamará también, como si fuera otro, en aquellos momentos de total consciencia en que quiera buscarse a sabiendas de que no podrá encontrarse pues nunca se sabe dónde se está, salvo por instantes inasibles. Un nombre que, eventualmente, cada vez menos, se grabará en una tumba que será olvidada.
El otro día paseaba por el cementerio de Montparnasse en Paris. Mis ojos recorrían nombres. ¿Quién llamaría estas personas? ¿Quiénes para quien ellas representaron algo ahora son también grafías en la piedra? ¿En qué otra parte, aparte de esta loza, se menciona?
Mejor ser directamente barro en manos del alfarero. O aún más: tierra en la raíz de un árbol para ser a través suyo hoja mecida por el viento y rama rociada por la lluvia.
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