No tomo mucho, pero cuando tomo tomo mucho, sin llegar al extremo. Y de pronto en medio de los tragos pido o me hago un café. En lo cual soy seguido por otros. Los tragos han derivado de la excitación y la verborrea alcohólica, a la contemplación silenciosa y la melancolía. Mel_alcoholia, la llamo. Observo el entorno como de lejos, no aparte sino apartado. Porque soy ajeno a la conversación o me excluyo de ella; porque la música de los jóvenes es de una vulgaridad notable e inconsciente. Porque no hay como hacerse interesante. En resumen: porque estoy viejo. Y la vejez no es una condición, aún: es un estado.
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