El otro día me dio por pensar que podría ser candidato a
algo. Viendo la pobreza espiritual de nuestros líderes imaginé que mi propuesta
no sería en ningún caso inferior. La llamé Gente por la Gente. Un
ejercicio mental que derivó en un texto que titulé Ideario absurdo para
un movimiento inexistente.
Le propongo a un amigo que lo entrelacemos con la
conversación que tuvimos para construir un Manifiesto para una Dicarquía
Despierta, no como piezas separadas, sino como el alma lírica que enciende
la estructura.
Este es el borrador inicial de tal manifiesto.
Manifiesto Despierto para Gente por la Gente
Donde la razón se alía con la bondad, y el poder deja de
ser amenaza para convertirse en servicio.
Preámbulo
No fundamos esta comunidad para administrar lo que existe,
sino para imaginar lo que aún no ha sido. Aceptamos el absurdo como método, la
bondad como estrategia, y la alegría como forma de sabiduría. Esta es la
política de los que no ambicionan tronos, sino plazas llenas de risa y pan
compartido.
I. Principios
- Nosotros,
la Gente, por la Gente.
Toda persona es gente. El movimiento no es de líderes ni de próceres, sino de quienes aún creen en lo común como milagro diario. - Poder
sin soberanos.
Dicarquía: dos poderes vigilándose y complementándose. La razón, expresada en tecnología transparente. La compasión, encarnada en colectivos humanos diversos que no temen decir “esto está bien” o “esto no lo está”. - Soñatorios
públicos.
Se habilitan espacios en colegios, universidades y plazas para soñar despiertos. Se pagará por pensar, por imaginar, por crear futuros amables. ¡Despierte para soñar! - Gobiernan
los buenos.
La bondad será contagiosa. No será un adorno moral, sino una fuerza estructurante. Los malos, que hagan fila para aprender. - Tiempo
sin hipoteca.
Menos trabajo, más vida. El tiempo no se mide, se respira. Las ciudades serán sonreideros donde vivir no sea una urgencia. - Educación
para la libertad.
Filosofía desde el jardín infantil, poesía en las esquinas, ciencia con asombro. No se habla de cultura: se baila. No se escribe paz: se practica.
II. Compromisos
- Cada
cheque, cada gasto, cada decisión: pública.
La transparencia no será estrategia, será estética. No se meterá la mano al tesoro porque no habrá razón para hacerlo. - No
enriquecer, sino enriquecer al otro.
Aquí no se viene a ganar, sino a compartir. Sueldo digno, sí. Acumulación obscena, no.
El Estado no es para exhibir poder, sino para servir al que necesita. - Mucho
hacer, poca opinión.
Si el parque necesita una banca, se instala. Si alguien sueña una rayuela, que la pinte. La acción es poesía práctica. - Tecnología
con alma.
La IA nos acompaña, pero no nos reemplaza. El algoritmo no será rey ni dios. Será un pincel en manos despiertas. - Revolución
amable.
Rechazamos la violencia en todas sus formas, incluida la que se esconde detrás de discursos ruidosos. Se actúa con firmeza, pero sin rabia. - Dignidad
radical.
Nos presentaremos desnudos en las plazas si hace falta. “Así llegamos, así nos iremos.” Nada que esconder. Todo por construir.
13. Paciencia.
Aquí no corremos. Aquí fermentamos. El mundo ansioso grita “¡ya!”; nosotros
susurramos: “espera”. Porque lo bueno necesita calor lento, como el pan.
La lucidez no se improvisa.
III. Cierre (y comienzo)
Esto no es un programa electoral, ni un proyecto de ley. Es
un cántico cívico, un delirio organizado, una cordura poética.
Si tiene ambición de poder o riqueza, si quiere algo que sea solo para usted,
si no es buena gente…
usted no cabe aquí.
Pero si todavía cree que soñar es una forma de resistencia,
si recuerda con ternura los dedos amarillos de su padre o las bendiciones de su
madre,
si se atreve a pensar que el mundo puede ser más justo y más amable,
entonces...
usted ya está dentro. Bienvenido, Gente por la Gente.
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