Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
—Luis Cernuda
Un día los buenos días no son respondidos, ni hay buenas noches; un dia duda en preguntar dónde está, qué hace, con quién anda, o si puede ser su compañía. Cómo estuvo el día o cómo estás, son respondidos displicente, monosilábica, calladamente. Un pequeño quiebre en el lenguaje fue el orígen; se ha percatado pero persiste hasta aceptar que fue más allá, que cruzó el límite, que desapareció el interés o la curiosidad. Tiene esa sensación horrible de haberse equivocado. Pero, ¿cómo no haberlo propuesto? ¿cómo no haberlo planteado si quería y la respuesta inicial fue auspiciosa? Se detendrá ansiando una reacción que no ocurre. Quedará por tanto sin saber qué sucedió pues asumirá que la vida es también una tangente. Rodeará entonces el campo, recogerá las velas, hará una hoguera para quemar en ella las estrellas. Entenderá -otra vez- que querer y ser querido son cosas diferentes y una de ellas no depende de sí. Pondrá una nota en su cuaderno y esperará, aún, en vano, un qué te hiciste. Sin olvido. Aceptará una muerte más, otra. Que cada muerte es una muerte.
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