No es una condición física lo que me hace querer la transición. Asumo que tampoco una mental. Confieso en tono menor que no estoy loco. Si veo locura en quienes aman la vida con locura. Desde niño siento dos cosas: que estuve antes aquí, y que un resbalón causó que el cabezón flagelado que me hizo ganara la carrera. Iré a despedir el año en las altas montañas. Desde allí miraré y desearé lo mejor a quienes habitan en el alma y también a quienes no. Que sea cada día lo que sientan mejor para ellos, con un abrazo desde el corazón llevado por el viento frío.
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